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¿Qué papel tienen las emociones en la educación?

  • JACOTTE SIMANCAS
  • 18 may 2017
  • 3 Min. de lectura

Las emociones en la educación son importantes. Los seres humanos estamos hechos de sentimientos, estados de ánimo que nos vinculan a las cosas y a las personas, somos seres emocionales. Así, desde la Pedagogía Crítica resulta artificial trabajar el aprendizaje cognitivo y el aprendizaje emocional por separado, ya que pueden servir para crear sujetos más sujetados al discurso hegemónico. El éxito, como el fracaso, son experiencias que forman parte de la vida de manera continua, por ello resulta importante atender las emociones que surjan a partir de ellas en los mismos espacios educativos y desde la más temprana infancia.

Ahora bien, esta reflexión nos hace preguntarnos ¿Qué lugar ocupan las emociones en la moribunda pero resistente educación tradicional? Está claro que ninguno, ya que una educación estandarizada, tal como la que tenemos, poco espacio cede para que los y las estudiantes se descubran a sí mismos, se conozcan, exploren sus cualidades y las potencien, así que ya ni hablar sobre desarrollar las capacidades emocionales.


Ni el currículo, ni la pedagogía, ni la evaluación, los tres pilares que sostienen el sistema educativo tradicional, toman en cuenta las emociones como parte del proceso formativo de las personas desde la infancia, lo cual ha degenerado en individuos cuyo desarrollo personal se encuentra evidentemente incompleto, ya que adolecen de otras competencias básicas y fundamentales para la vida. Ante esta carencia ha aparecido la llamada “educación emocional”, concepto que surge como una innovación educativa sobre la base de las teorías de la emoción, la neurociencia, la psiconeuroinmunología, la teoría de las inteligencias múltiples, la inteligencia emocional, el fluir, los movimientos de renovación pedagógica, la educación psicológica, la educación para la salud, las habilidades sociales, las investigaciones sobre el bienestar subjetivo (Bisquerra Alzina, 2003, p. 7), lo cual nos lleva a concluir que es hasta hace relativamente poco tiempo cuando “las ciencias” se han dado cuenta que los hombres y las mujeres tenemos/somos emociones.

Este “descubrimiento” ha permitido que actualmente se asuma, al menos desde algunos sectores, que los niños y las niñas aparte del desarrollo cognitivo, deben también aprender, evolucionar y madurar emocionalmente, ya que ello forjará individuos más sanos y equilibrados al ser educados de una manera verdaderamente integral.


Por esta razón, desde la Pedagogía Crítica consideramos que es hora de detener las reformas y contrarreformas de la educación tradicional, pues no las necesita. Lo que la educación realmente requiere es una profunda transformación.


De esta manera, cuestionamos y exigimos la eliminación del currículo, de la pedagogía y de la evaluación que constituyen la base de la escuela tradicional, por ser incompletos, incorrectos e innecesarios. En lugar de todo ello, proponemos colocar las emociones como base del proceso generador del conocimiento, ya que todas las acciones humanas se fundan en alguna emoción, (Maturana, citado en Ibánez, 2002, p. 32). Así, atendiendo a esta afirmación, incorporar las emociones dentro del proceso generador de conocimiento no hará más que facilitarlo, a la vez que lograr una verdadera educación bajo el paradigma humanista, ya que tanto para el maestro y la maestra como para el alumno y la alumna la educación se llenará de significados, más que de contenidos que al fin y al cabo resultan vacíos a los ojos de estos últimos.

Una educación que emociona es una educación que enriquece al maestro/maestra y al alumno/alumna. La idea, por tanto, no es hablar de las emociones durante el proceso generador de conocimiento, más bien consiste en emocionarse aprendiendo y en aprender de las emociones, pues solo de esta manera estaremos cumpliendo con los cuatro pilares de una educación verdaderamente integral: enseñar a conocer, enseñar a hacer, enseñar a vivir juntos y enseñar a ser (UNESCO, 1997, p. 34).



Humberto Maturana, profesor y científico chileno, autor de innumerables libros entre el que se encuentra “Emociones y Lenguaje en Educación y Política” nos habla acerca de este tema en esta conferencia titulada “La educación que emociona"


Esta entrada busca profundizar en el apartado 2 del DECÁLOGO DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA, construido de forma colaborativa dentro de la Asignatura Didáctica Crítica, del Máster de Cooperación Internacional y Educación Emancipadora de Hegoa. 2017. Impartida por Gloria Sosa (Colectivo Cala) y Jaume Martínez Bonafé.


Bibliografía:


  • Bisquerra Alzina, R. (2003). Educación emocional y competencias básicas para la vida. Revista de Investigación Educativa, 21 (1), pp. 7-43. Recuperado de http://revistas.um.es/rie/article/view/99071/94661

  • Ibánez, N. (2002). Las emociones en el aula. Estudios Pedagógicos, 28, pp. 31-45. Recuperado de http://mingaonline.uach.cl/pdf/estped/n28/art02.pdf

  • UNESCO, Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. (1997). La Educación encierra un tesoro. Recuperado de http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF








 
 
 

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